jueves, 25 de junio de 2009

Vidas desperdiciadas

Ya me tragué mi personal trilogía de Bauman, y creo que con esto cierro etapa y paso ya a otros territorios. Ha sido un viaje intenso a través de las diferentes páginas y reflexiones, un tanto "líquidas", como no podía ser de otra manera, en el que he aprendido a ver muchas cosas desde otro punto de vista, en el que me he replanteado muchas de mis maneras de ser y estar hoy en día en el mundo, en el que se me han despertado las ganas de apostar más que nunca por lo comunitario y lo humano... Así que ¡muchas gracias Zygmunt!

Este último libro ha sido el de Vidas desperdiciadas, y aunque mantiene su línea de fondo y repite algunos planteamientos, profundiza más en la realidad de aquell@s que se quedan fuera del sistema y de las fronteras.

Y de nuevo no puedo evitar copiar algunos párrafos:

  • "Miguel Ángel proclamaba el precepto que había de guiar la creación moderna. La separación y la destrucción de los residuos habría de ser el secreto de la creación moderna: eliminando y tirando lo superfluo, lo innecesario y lo inútil habría de adivinarse lo agradable y lo gratificante"
  • "La idea del Estado del Bienestar (...) declaraba la intención de socializar los riesgos individuales y hacer de su reducción la tarea y la responsabilidad del estado. La sumisión al poder estatal había de legitimarse mediante su aprobación de una póliza de seguros para hacer frente al infortunio y la calamidad individuales (...) El Estado contemporáneo tiene que buscar otras variedades, no económicas, de vulnerabilidad e incertidumbre en las que hacer descansar su legitimidad. Al parecer esta alternativa se ha localizado recientemente (...) en la cuestión de la seguridad personal: amenazas y miedos a los cuerpos, posesiones y habitats humanos (...) El alcance de los peligros para la seguridad personal debe anunciarse intensamente y pintarse del más oscuro de los colores, de suerte que la no materialización de las amenazas pueda aplaudirse como un evento extraordinario, como un resultado de la vigilancia, el cuidado y la buena voluntad de los poderes estatales"
  • "Todos los residuos, incluidos los humanos, tienden a amontonarse indiscriminadamente en el mismo vertedero (...) Se han tomado todas la medidas para garantizar su permanencia en la exclusión. Se ha depositado a personas sin cualidades en un territorio sin denominación, mientras se han bloqueado para siempre los caminos que conducen de vuelta a lugares significativos y a los sitios en los que pueden forjarse y se forjan a diario significados socialmente legibles"
  • "Los refugiados, residuos humanos de la zona fronteriza global, son la encarnación de los forasteros, forasteros en todas partes y fuera de lugar en todas partes salvo en lugares que están ellos mismos fuera de lugar: los lugares en ninguna parte que no aparecen en ninguno de los mapas usados en sus viajes por los seres humanos normales y corrientes. Una vez fuera, indefinidamente fuer, el único artilugio necesario para hacer que se mantenga para siempre el carácter indefinido del fuera de lugar es un cercado seguro con torre de vigilancia"
  • "El propósito esencial y tal vez único de las cárceles no es tan sólo cualquier clase de eliminación de residuos humanos, sino una destrucción final y definitiva de los mismos (...). La función de los encargados de la vigilancia de las personas en libertad condicional consiste en mantener la comunidad a salvo del perpetuo peligro temporalmente dejado en libertad (...). Los intereses de los delincuentes condenados se conciben como esencialmente opuestos a los de la gente de la calle"
  • "Lo que todos parecemos temer (...) es el abandono, la exclusión (...). Tememos que nos dejen solos , indefensos y desgraciados. Privados de compañía, de corazones que aman y de manos que ayudan. Tememos que se deshagan de nosotros: nuestro turno para la chatarra. Lo que más echamos en falta es la certeza de que nada de esto sucederá, no a nosotros (...). (Las fuerzas de la globalización) vierten en el umbral de nuestras puertas a esas personas que ya han sido rechazadas, forzadas a salir corriendo para salvar sus vidas, o que luchan por sobrevivir lejos de casa, despojadas de su identidad y su autoestima. Odiamos a esa gente porque sentimos que lo que están pasando delante de nuestras narices bien pudiera ser, y pronto, un ensayo general de nuestro propio destino. Intentando apartarlos de nuestra vista, congregándolos, encerrándolos en campamentos, deportándolos, deseamos exorcizar ese espectro"

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