domingo, 30 de octubre de 2011

Huyendo de la izquierda

No hay como tomar perspectiva para situar en su justo lugar los llamamientos "de la izquierda" en el contexto actual. Para ello, una buena posibilidad es leer el artículo de Guillem Martínez:

De cómo nunca gobiernan las izquierdas

En septiembre de 1936, el Frente Popular francés convoca una manifestación en París en contra de la política de no intervención en España. No se cabe. Al final, se emiten varios discursos antigubernamentales ad hoc. Elmejor, es elmenos ad hoc. Lo hace Léon Blum, presidente del Gobierno y padre de la no-intervención, que sin ser invitado y con un par, se sube a la tribuna. Y explica la razón de su decisión. Llora, realiza un silencio y dice: “No puedo hacer nada. Tengo las manos atadas”. Blum, que en el momento de ese discurso ya hamodulado sensiblemente la realidad – ha creado el Ministerio de Sanidad, las vacaciones pagadas, la semana de 40 horas y está a punto de socializar el ferrocarril– va y llora porque percibe la imposibilidad de modular la realidad. Por primera vez –la segunda y última, les espera al final de este articulito; no se la pierdan–, un político gubernamental de izquierdas reconocía que el tramo de iniciativa de un gobierno es estrecho. La cosa, a su vez, tiene guasa, si uno lomira con perspectiva.

Sobre la guasa y la perspectiva. Ahora, alehop, seguimos en Francia. Pero suena Bonney M. Es otra perspectiva. Es 1981. El Partido Socialista Francés gana unas elecciones por KO. Trae un programa duro. El llenapistas es la nacionalización de la banca. Léon Blumva a quedar como una nena. Sorprendente, un año después, en 1982, el Gobierno Mitterrand, ñaca, ya ha abandonado definitivamente la ocurrencia aquella de la banca. De todo su programa de izquierdas, sólo triunfa –y por todo lo alto– la creación y reformulación de un Ministerio. El de Cultura. ¿Qué es la cultura? ¿Qué tiene que ver la cultura con el Estado? Y, ya puestos, ¿por qué las izquierdas reclaman cultura al Estado? Posiblemente porque ya no reclaman nada más. La izquierda como propuesta económica ha desaparecido, zas, como un ninja. Su discurso es ahora cultural. La izquierda, que ahora no llora, es más sentimental que nunca. Es un estado de ánimo desde el que se realizan políticas económicas no diferenciadas. Verbigracia: ese mismo año, en España, el PSOE gana por goleada. En su programa ya no hay nada que pueda indicar una nacionalización de la banca. Pero aún así, el PSOE se calienta y privatiza la banca pública. Llorar, lo que se dice llorar, sólo llora Lola Flores. Pero por otra cosa. La pilla Hacienda. En aquella época, se deduce, aún existía.

En ocasiones veo el IRPF. Hola. Les saludo desde, otra vez, 1936. Estamos en Aspen, EstadosUnidos. Un sitio en el que el Who is Who estadounidense tiene segunda residencia. Uno de ellos es Franklin Roosevelt, un lector de Keynes que ha realizado un invento sensacional. Ha reformulado los impuestos. Cada uno paga según lo que gana. En el tramomás alto, pagas 95 centavos por cada dólar. Esa escala se mantiene así hasta 1953, cuando gana Eisenhower. Desde entonces, va bajando. Hasta 1981, desde donde les vuelvo a saludar. El mismo año que Mitterrand gana y abandona el discurso económico a favor de un discurso cultural, en el que priman ‘palabros’ como democracia, igualdad, libertad, chachi y piruli, gana las elecciones Ronald Reagan, un ultraderechista que aporta todas esas palabras más otra, que hace años que la izquierda no utiliza: revolución. Nace una nueva derecha, lo dicho, revolucionaria. Sus think tanks han invertido 25 años y chorrocientos millones de dólares en crear ese nuevo lenguaje. Un lenguaje anti-estatalista, incluso, snif, libertario, de aparente defensa de la libertad y del individuo frente al Estado. Curiosamente, ese nuevo lenguaje permite a la derecha volver al Gobierno a hacer lo que la izquierda: nada. Como Blum, Reagan no gobierna. Pero no sólo no llora por ello, sino que cobra por ello. En nombre de la libertad, su Gobierno abandona la sociedad a su suerte frente al mercado. Este Gobierno que se declara revolucionario –lo es; al contrario que la izquierda, ha tocado decididamente la economía; de hecho, glups, acaba con el IRPF–, y con el tiempo libre que se consigue al no hacerse la picha un lío con elmercado: a) hace negocios a través del Estado –una disciplina en la que el socialismo francés, español, y no te digo el italiano, brillarán con luz propia en breve–; y b) practica la ideología –algo que la izquierda no hace desde lustros–, fabricando políticas con objetos tales como el patriotismo, el creacionismo, el antiabortismo y el la-culpa-es-de-ellas-que-sevisten- como-putas.

Usted se encuentra aquí:Madrid, España, 2011. Congreso. Debate de la nación. Hace un año y pico que Zapatero ha abandonado la socialdemocracia. Enelmomentode abandonarla, la socialdemocracia era un discurso diferenciado de la derecha por su carácter no revolucionario o reivindicativo. El PP, por cierto, desde la segunda legislatura de Aznar, ha adquirido todo el pack del discurso derechista estadounidense, y ahora utiliza los palabros ‘libertad’ y ‘democracia’ hasta / sobre todo en misa. La socialdemocracia, tal y como queda, consiste en la promulgación de leyes –como la de Dependencia–, que no se realizan por falta de asignación de partidas –para eso, son necesarios ingresos del tipo IRPF–, y en la vertebración de cierta y difusa ideología cultural, que lleva a grandes realizaciones –en la línea opuesta a las de Blum– como la Ley Antitabaco, o la creación de un Ministerio de Igualdad, en la que se utiliza a tutiplén el palabro ‘género’, un concepto formulado en la Inglaterra victoriana para no aludir al palabro ‘sexo’. Interpelado por alguien, ZP realiza, ahora y aquí, su momento Léon Blum.No llora –desde Blum, aquí no llora ni Dios–, pero en un ejercicio – me temo– de inconsciencia, antes que de responsabilidad, explica su oficio.No tiene el mismo trabajo que Blum, el llorica. Es, simplemente, presidente de Gobierno. Explica que sólo tiene dos herramientas para trabajar: el IRPF y el impuesto de sociedades. Pero que no las puede catar. No dice “tengo las manos atadas”. Posiblemente, no lo percibe. Describe una normalidad.

Epílogo: Berlín, 1999. Oskar Lafontaine convoca rueda de prensa. Es ministro de Economía desde hace un año. En la rueda de prensa explica que, en ese año, ha tenido las manos atadas. Que la política del Partido Socialdemócrata de Alemania y de la derecha no difieren. Habla de la imposibilidad de políticas de izquierda desde la avalancha neoliberal iniciada en los ‘80. Posteriormente analiza los logros sociales de la izquierda en Alemania y en Europa. Explica que siempre han sido con la izquierda fuera del Gobierno, movilizada, rampante, tocando las narices. O, lo que es lo mismo, que gobernar es de derechas. Acto seguido, anuncia que abandona el Gobierno. Y va y lo hace.

1 comentario:

Toya dijo...

Gracias por compartir un articulo tan claro y demoledor. A veces no nos atrevesmo a verbalizar lo que intuimos, y esta es un vibrante crónica de lo que muchos pensamos : que las politicas economicas de las izquierdas no se diferencian en nada de las de derechas.

Los hechos historicos acertados y lacerantes.
La ironia en el lenguaje coloquial es un acierto mas para comunicar.