lunes, 26 de diciembre de 2011

Lo llaman democracia y...¿qué es? (y II)

Otros extractos del libro de Ranciere, "El odio a la democracia", para seguir aclarando qué es (y qué no es) la democracia:

"La palabra democracia, entonces, no  designa propiamente ni una forma de sociedad ni una forma de  gobierno. La «sociedad democrática» nunca es más que una pintura fantástica, destinada a sostener tal o cual principio de buen gobierno. Las sociedades, hoy como ayer, están organizadas por el juego de las oligarquías. Y no hay propiamente hablando gobierno democrático. Los gobiernos se ejercen siempre de la minoría a la mayoría.

(...)

La representación no ha sido jamás un sistema inventado para paliar el crecimiento de las poblaciones. No es una forma de adaptación de la democracia a los tiempos modernos y a los vastos espacios. Es, de pleno derecho, una forma oligárquica, una  representación de minorías que tienen título para ocuparse de los asuntos comunes. (...) Y la elección ya no es en sí una forma democrática por la cual el pueblo hace escuchar su voz. Es, en el origen, la expresión de un consentimiento que un poder superior demanda y que verdaderamente no es tal más que si es unánime. La evidencia que asimila la democracia a la forma del gobierno representativo, resultante de la elección, es muy reciente en la historia. La representación es en su origen el opuesto exacto de la democracia.

(...)

La práctica espontánea de todo gobierno tiende a estrechar esta esfera pública, a tornarla su asunto privado y, para esto, rechazar del lado de la vida privada las intervenciones y los lugares de intervención de los actores no-estatales.  La democracia, entonces, lejos de ser una forma de vida de los individuos consagrados a su felicidad privada, es el proceso de lucha contra esta privatización, el proceso de ensanchamiento de esta esfera. Ensanchar la esfera pública no quiere decir, como pretende el llamado discurso liberal, la injerencia creciente del Estado en la sociedad. Quiere decir luchar contra la repartición de lo público  y lo privado que asegura la doble dominación de la oligarquía en el Estado y en la sociedad. Este ensanchamiento ha significado históricamente dos cosas: hacer reconocer la cualidad de iguales y de sujetos políticos a los que la ley estatal repelía hacia la vida privada de seres inferiores; y hacer reconocer el carácter público de tipos de espacio y de relaciones que eran dejadas a la  discreción del poder de la riqueza.

(...)

Esto es lo que implica el proceso  democrático: la acción de sujetos que, trabajando sobre el intervalo de las identidades, reconfiguran las distribuciones de lo privado y de lo público, de lo universal y de lo particular.

(...)

El proceso democrático es el proceso de esta puesta en juego perpetua, de esta invención de formas de  subjetivación y de casos de verificación que contrarían la perpetua privatización de la vida pública."

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