martes, 17 de enero de 2012

Cojos, precarias, independencia y autonomía

Durante tres años de reflexiones y encuentros entre mujeres dispuestas a abordar la precarización de la existencia cotidiana y personas con diversidad funcional que luchan contra su encasillamiento como incapaces, se fue tejiendo el cuaderno de "Cojos y precarias, haciendo vidas que importan". Se trata de un documento imprescindible, sobre todo para personas del ámbito sanitario, por la riqueza del cruce entre personas con experiencias y puntos de partida tan diferentes, lo que hace que temas como los cuidados, la asistencia, la independencia y la autonomía se entiendan y vivan de maneras muy diferentes. Es ahí, en ese cruce al que nos invitan a asomarnos a través del libro, donde es posible que cada uno se una a este proceso de reflexión y aprendizaje colectivo.

Como siempre, ahí va una pequeña muestra:

"La interdependencia es una relación entre iguales y, como cualquier otra relación entre iguales, exige negociación, acuerdos, sujeción a necesidades y deseos de unos y otros. La interdependencia es una pelea individual porque exige cambiar profundamente nuestro imaginario. Pensar que pedir puede convertirse en una oportunidad de intercambio en vez de ser algo de lo que avergonzarse, creer que dar no tiene por qué ser un lugar de poder sino otro lugar desde el que recibir. Intuir que entre dar y recibir no hay, en todo caso, tanta diferencia.

(...)

La dependencia no es sólo recurrir a otros para completar (una carencia, un alquiler...), sino contar con otros para compartir […] poner mi propia opinión en discusión, hacer el esfuerzo de ponerte en el lugar del otro y que esto ponga en cuestión y remueva ideas que tenías muy, muy claras…

(...)

Ésta es una cuestión en la que habría que ahondar. Miedo y fragilidad. Amanda comenta en su blog cómo el «miedo a la discapacidad  no es lo que parece». Ella y su amiga,  ambas con diversidad funcional y una serie de dolencias a corto y largo plazo, dicen no temer al dolor, ni a la enfermedad, ni a los diagnósticos devastadores, ni a la discapa-cidad cognitiva o física. Sus biografías del cuerpo les han hecho colo-car el miedo y rechazo en otro sitio: miedo a la institucionalización, a la infantilización, al aburrimiento por ser tratadas como un mueble, a que sus familiares les quieran tanto que decidan matarlas para evitar-les el sufrimiento... Cuando el miedo se coloca en lo evitable y no en lo inevitable, nos queda esperanza y vías para luchar.

(...)

Nuria: Me parece que cuando ya no te lamentas de lo que no eres, de lo que no tienes, de lo que has perdido, empiezas a vivir como quieres ser, es la única manera. Y tiene que haber un click. Cuando la enfermedad es una cosa más pero no el centro en torno al cual gravita todo, cuando deja de ser el eje de tu vida, es cuando puedes hacer otras cosas. Yo lo vivo como un pulso constante contra las limitaciones de mi propio cuerpo… es muy cansino, a veces quisiera poder aparcar la lucha por la asistencia cotidiana, por la supervivencia.

Marisa: Pero siempre hay algo que tienes que aparcar. Por ejemplo, la gente sin papeles lo que baraja en su día a día es comer, no estar en comisaría, no ser deportado. Quiero decir que mucha gente se juega bastante en lo cotidiano y lo aparca para ir a una reunión, para pelear con otros. Siempre estás aparcando algo, porque si no lo haces, no te puedes juntar con otros para que lo que aparcas deje de ocurrir."

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