jueves, 14 de junio de 2012

Sumergidos en la crisis

Pero no en la económica, que es la cortina de humo que se aprovecha para esconder y justificar el saqueo a todos los niveles que venimos sufriendo, sino en la crisis ética y moral que nos ha llevado a la situación actual (a cualquiera que le cuentes como se ha ido construyendo todo este proceso, parece un chiste, como cuenta Isaac Rosa, pero la verdad es que no tiene ninguna gracia). 

En realidad esta afirmación no es nueva, ya much@s la hgan venido apuntando desde hace tiempo (aparte de los Roucos de siempre que aprovechan para llevar el tema a su terreno mientras hacen la vista gorda sobre el establecimiento de condiciones socio-económicas que golpean tan dura como continuamente a tantos y tantas). Por eso es importante recordar y reafirmar las propuestas que apuestan por una renovación no sólo económica, sino también ética. Así, por ejemplo, y aunque es algo arduo, merece la pena revisar el informe sobre la legitimidad de la deuda española realizado por Agustín G. Turiel, inspector de Hacienda. Porque en el debate frente al discurso sobre "imposibilidades" y "sostenibilidades sistémicas" es importante ofrecer fundamentos alternativos, basados en que no podemos seguir dejando funcionar a la economía a su libre albedrío, sino que es necesario anclarla de manera permanente a la ética. Si la economía no se sostiene sobre fundamentos éticos, no merece sino hundirse, o si no seguirá hundiendo y machacando la vida de demasiadas personas. Así, es necesario plantear de manera radical el derecho al impago de la deuda ilegítima y la necesidad de un nuevo sistema económico y monetario.

Ejemplos de cómo se ha construido este sistema pisando sin miramientos a todo el que se ha podido hay muchos, pero uno especialmente significativo lo ofrece el tema de las participaciones preferentes, producto financiero complejo sobre el que había instrucciones precisas de que sólo se podía ofrecer a personas con conocimientos suficentes sobre economía, y que sin embargo se difundieron sin ton ni son, aprovechándose de la confianza de muchas personas que firmaron los contratos sin ser conscientes de lo que estaban haciendo (incluso se han encontrado contratos firmados con la huella dactilar, es decir, por personas que no saben escribir su nombre). Así hasta llegar al punto de generar un "corralito" a la española entre quienes cayeron en la trampa.

Así no es de extrañar que se convoque una manifestación este sábado 16 de junio con el siguiente cartel:



 Pero... ¿qué puede ser esto de la ética en estos tiempos que corren? Para mí, una respuesta interesante por cómo abre el diálogo sobre el tema la recoge Bauman en su libro "Ética Postmoderna":

"La ética postmoderna es la ética de la caricia. La mano que acaricia siempre se mantiene abierta; nunca se cierra para "asir"; toca sin oprimir, se mueve obedeciendo la forma del cuerpo que acaricia...

(...)

La caricia, la actividad del deseo, no tiene intención de "poseer, capturar, saber"; si ése fuera el caso, la caricia apuntaría a aniquilar la alteridad del Otro y, por consiguiente, a su autodestrucción."

Otra lógica totalmente distinta, ¿no? Quizás por eso se hace tan necesaria actualmente.

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