domingo, 17 de febrero de 2013

Desde la pobreza

Ando ahora con la lectura de "El cruce de saberes y prácticas", recién publicado en castellano, que recoge los primeros pasos de una apuesta metodológica para permitir reflexionar y trabajar juntas a personas con saberes muy diferentes (académicos, experienciales, de acción). Y la verdad es que me está resultando apasionante, ya que el primer trabajo que se hizo fue profundizar sobre las diferentes dimensiones y ejes clave respecto a la pobreza, generándose así a partir de este cruce de saberes algunas respuestas y conceptos muy interesantes. Entre otras cosas se aborda el tema de los valores y la fuerza puesta en marcha por quienes viven en la pobreza, y se ofrece una respuesta en forma de poema que a mí personalmente me emociona. Acá va:



¿El mundo entero entenderá algún día la vergüenza y la humillación?

¿EI mundo verá algún día los sufrimientos...
Sufrimientos       
de los que rechazan que sus hijos tengan hambre,

que sean condenados a vivir en la miseria?


¿El mundo se abrirá algún día a la lucha infernal,

lucha infernal

de todo hombre, toda mujer en extrema miseria,

lucha infernal minada por la andanza, la falta de dinero,

minada por el hambre y el frío,

minada por viviendas miserables?


¿El mundo podrá creer algún día,

creer en el amor de esos padres por sus hijos?

¿Podrá por fin reconocer ese amor

en los gestos de estas familias desgarradas,

que no cesan de querer existir?


Gestos de valentía de padres y madres por sus hijos,

con la esperanza que vive en el fondo de ellos mismos,

la esperanza que les da la fuerza de luchar,

la fuerza de sobrevivir.

Gestos de vergüenza y de humillación,

porque ellos no soportan

no poder dar lo mejor de ellos mismos,

porque son demasiado justos y demasiado orgullosos

para soportar hacerle vivir la miseria a los suyos.

¿El mundo oirá, verá un día?


Los niños, aprenden el rechazo diario

de la fatalidad de la miseria.

Ellos aprenden las razones de las lágrimas,

las razones de los gritos...

Aprenden el amor de sus padres

que da la fuerza para continuar,

que dice que no hay que aflojar.


Lucha diaria por la supervivencia,

lucha diaria por la vida:

niños que hay que alimentar, niños que hay que vestir,

niños que hay que hacer crecer.

Dejarse explotar, hacer horas de limpieza,

dejarse arrinconar para dejar a sus hijos mendigar,

dejarlos trabajar demasiado temprano.

Vivir de lo que los demás dan,

vivir de lo que ellos ya no usan.

Pagar a precio de lágrimas el hambre de sus hijos,

pagar a precio de su pena la vida de sus hijos.

Humillados, pero conservando su orgullo,

Fatigados, pero llevando su fatiga,

ellos viven y su vida es un grito a la humanidad.


En el corazón de la vida donde todo parece miseria,

donde todo está desfigurado,

todo es signo de un mundo que se busca.

La vergüenza es el signo de un mundo olvidado,

la miseria es una herida

en un mundo que ya no sabe amar.


El mundo...

¿No se las arregla él para no encontrarse con la miseria?

¿Y aún cuando la encuentra, sabe hablarle?


La miseria, hay que desenterrarla,

hay que ir a buscarla allí dónde está:

en los pobres, los enfermos, los presos,

los torturados, los atropellados, los explotados.

Son ellos quienes van a enseñarnos a amar.

Se ignora sin embargo a estos padres a través del mundo,

estas madres que pueden pasarse muchos días sin comer,

y sin embargo ellas alimentan a sus hijos hambrientos.

Se ignora a aquellos que jamás han tenido sobre su cuerpo

otra ropa que ropa regalada.


¿Sabemos qué es lo que significa:

no haber escogido nunca la ropa que debe ponerse?

"Yo vendo hasta mis enseres para alimentar a mi familia,

e incluso, cuando éramos desgraciados,

yo rebuscaba en las basuras..."

Complacer al hijo con lo poco que se tiene,

esconder la vergüenza del marido que no puede trabajar.


¿Huir de la familia, de los hijos,

porque ya no se soporta más el no poder ser padre?

Humildes gestos de los pobres que ignoramos...


Retomar la valentía perdida la víspera,

reconstruir a toda costa la familia

allí donde cualquier otro desde hace tiempo

hubiera bajado los brazos...

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