lunes, 18 de febrero de 2013

Querida Sara

Querida Sara,

Este ha sido de nuevo un fin de semana intenso, de salir a la calle al encuentro de otr@s. El sábado para demandar el derecho a una vivienda digna para tod@s y el domingo para defender el derecho a una sanidad universal y de calidad, lo que no casa mucho, por mucho que intenten convercernos, con las ansias privatizadoras de quienes gobiernan.

Para tí no es nada nuevo. Desde que naciste, hace algo más de 2 años, has participado en muchas y variadas manifestaciones. Han sido muchas las ocasiones en las que hemos salido junt@s a defender derechos que amenazan con quedar como piezas de museo  para cuando tengas nuestra edad. Posiblemente tú si que puedas verlos cumplidos, ya que has nacido con muchos apoyos que jugarán en tu favor, aunque no como tales derechos, sino simplemente como bienes de consumo a los que acceder a través del mercado. Pero much@s compañer@s tuyos de generación quedarán fuera de éste, y no tendrán mecanismos para poder demandarlos.

Porque desgraciadamente ese el modelo que se quiere imponer: el de una educación enfocada a prepararte para competir con quienes estén a tu lado para acceder a este mercado, y para la que muchos tendrán que endeudarse si quieren avanzar hasta sus niveles superiores; el de una sanidad al servicio de las grandes multinacionales farmacéuticas, tecnológicas y constructoras, que olvidará a quienes más problemas de salud tienen, pues son quienes más dinero cuestan y menos pueden aportar; el de una vivienda... a la que quién sabe quién podrá acceder, tal y como están las cosas; la libertad será un privilegio con el que los pobres no podrán ni soñar mientras serán cada vez más controlados y señalados como parásitos y estafadores, como si fueran l@s responsables y nos las víctimas de un sistema que les niega el futuro mientras se aprovecha de su presente para generar riqueza a partir de ell@s.

Es cierto que ya hay muchos de estos elementos presentes en el momento actual. Pero al menos ahora somos conscientes de que son derechos que están siendo amenazados, y hemos experimentado la riqueza que supone ejercerlos. Pero si perdemos esta batalla... ¿a qué viviencia podréis agarraros dentro de unos años para luchar por lo común?

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Quizás el futuro no pinte tan negro. Quizás lo que estás descubriendo y viviendo cada vez que salimos junt@s a la calle junto con otr@s sirva de abono para construir otra alternativa. Porque es mucho lo que aprendemos manifestación tras manifestación, como tú muy bien me recuerdas a cada momento
"Hay mucha gente", me decías con alegría el sábado al llegar. Y es que somos parte de una gran historia común, y descubrir eso no puede sino ser muy emocinante, por la alegría que surge del encuentro y de la lucha compartida, del no rendirse pese a las (muchas) dificultades. ¿Qué mejor oportunidad para correr, disfrutar y descubrir las mil historias que esconde la calle, una calle que es tuya y de tod@s?
"¡Canta!", me decias mientras nos acompañabas al ritmo de tu silbato. Y entre los muchos cánticos diversos, escogiste uno para aprender en esta ocasión, uno que me emocionó escuchar en tus labios, repetido tantas y tantas veces: "Sí se puede". Seguiste cantandola un buen rato, aún cuando el resto habían cambido de tercio, y yo pensaba lo importante que es que puedas crecer repitiendo esta frase como un mantra en el que siempre puedas seguir creyendo. Seguiste cantándola mientras hacías equilibrios sobre el bordillo de la acera, interrumpida por alguna caída repentina, pero retomándola enseguida mientras te ponías en pie y seguías con el camino que te habías marcado.

 "Sí se puede", "Sí se puede", "Sí se puede"...

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"Mira, papá.. ¡la luna!", me dijiste de repente, mientras seguíamos andando por la calle Alcala hacia arriba.

Y de repente me sacaste de mi ensimismamiento, señalándome el camino con tu dedo...

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