lunes, 1 de abril de 2013

Como elefante en escrachería

Hay que estar a la última, y para no perder comba acá va un pouporri de lo que me ha parecido más interesante (que ha habido mucho) sobre el tema de los escraches. Seguro que continuará... (porque desgraciadamente sus causas no son fáciles de atacar):


¿Cómo se ha generado tanta polémica? 
 
(vía Stéphane M. Grueso)

La Delegada del Gobierno en Madrid, nuestra querida Cristina Cifuentes, nos denomina “filoetarras o proetarras” a causa de salir a las calles a protestar, y atrevernos a acercarnos a domicilios particulares de nuestros representantes. Sí, esos mismos que se pasan por múltiples forros el sentir de millones de ciudadanos (bueno, para ellos, simplemente “votantes”), para los que una Iniciativa Legislativa Popular con un millón y medio de firmas es una molestia necesaria y un trámite en la agenda pero que se cagan en ella (perdón por lo gráfico de la expresión, pero creo que es la más acertada). Representantes que se han creído que como les hemos votado y tienen mayoría absoluta, hasta dentro de cuatro años pueden hacer lo que les venga en gana y no tienen ni que rendir cuentas, que están por encima de la ley y de toda moral… Y representantes a los que no les impresiona mucho esa sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que dice que: son ilegales todos los alzamientos en " todos los casos en que la ejecución de un inmueble se lleve a cabo antes de que el juez declare abusiva la cláusula contractual en la que se basa la hipoteca y, en consecuencia, la nulidad del procedimiento de ejecución". Vamos que el inquilino tiene derecho a que el juez le escuche y a que estudie el contrato de la hipoteca ANTES DE que se efectue el desahucio, cosa que no pasaba hasta ahora y que, por cierto, sigue sin pasar. Parece que nuestros representantes siguen muy ocupados llamándonos terroristas, haciendo el caraj... y jugando al " ¡Y tú más!" en vez de ocuparse de esto.

Con un Presidente del Gobierno que lleva tres meses sin comparecer ante la prensa, un país con una Ley de Transparencia defectuosa y aún sin tramitar, que en realidad es una trampa y un paso atrás en vez de un paso adelante. Una reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que lo que busca es cercenar la libertad de expresión y controlar flujos de información y esa "demasiada capacidad de organización" que nos permite ese campo de libertad, neutralidad e igualdad que es internet. Con un Gobierno que lleva tropecientos Real Decretos Leyes, procedimiento que en teoría (y en las leyes) sólo se deben usar para excepciones… Un Gobierno que nos detiene, miente, multa, pega… Vamos, todo un “Gobierno Antisistema”, y acercándose a gran velocidad a convertirse en un “Gobierno Totalitario”.


Pero, ¿qué es el escrache?

(Según Wikipedia)

Escrache es el nombre dado en la Argentina, Uruguay y España a un tipo de manifestación pacífica en la que un grupo de activistas de Derechos Humanos se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar. Este término nace en Argentina en 1995.


¿Y esto es nuevo en nuestras tierras?
 
(de nuevo vía Stéphane M. Grueso)

La palabra es nueva para nosotros, pero esto se lleva haciendo toda la vida. Me contaba hace poco un familiar de un exalcalde de una ciudad española que los taxistas se pasaron medio mandato protestando en la puerta de la vivienda del alcalde por no se qué de las licencias -> (taxistas = TERRORISTAS). La misma Policía Municipal de Madrid protestó ante la vivienda del exalcalde de Madrid y hoy Ministro de Justicia, Alberto Rúiz Gallardón -> (Policía Municipal de Madrid = TERRORISTAS). La lideresa de UPyD, y exsocialista (ejem) Rosa Díez chilló e insultó gravemente a compañeros del PNV en un pleno municipal -> (Rosa Díez = TERRORISTA), miembros de Nuevas Generaciones del Partido Popular de Galicia que se fueron a casa de un político del Partido Socialista a recordarle sus obligaciones fiscales o no se qué… ->(Nuevas Generaciones del Partido Popular de Galicia = TERRORISTAS), pues nada, amigos…, -> TODOS SOMOS TERRORISTAS, incluyendo a los insignes nombres y organizaciones aquí citados. Y esto sigue, aquí tenemos otros miembros del partido del Gobierno, en este caso siendo ayudados por una organización terrorista y aquí directamente un cargo electo participando en actividades terroristas. El que esté libre de terrorismo que coja el primer sobre.



¿Y porqué se propone ahora como acción directa?

(Según Isaac Rosa)

Hace tiempo que en esta partida alguien dio un puñetazo sobre la mesa, cambió las reglas y rompió la baraja. Y no fue la PAH. Al contrario, los antidesahucios no han empezado por los escraches, sino que antes de llegar hasta aquí han ido subiendo todos los escalones previos: confianza en el sistema (que los dejó tirados), denuncias en los juzgados (pero la ley hipotecaria los desamparaba judicialmente), peticiones a los gobernantes (oídos sordos), manifestaciones (ignoradas o reprimidas), paralización de desahucios (recibiendo a cambio más policía), recogida de firmas y presentación de una ILP (que el PP se resistió a admitir a trámite, y piensa rechazar), y ahora, después de consumir todos los cartuchos anteriores, el escrache.

(complementado por Victor A. Rocafort)

Si alguien se ha comportado como una organización violenta ha sido el gobierno. Es él quien ha apostado por salirse de la política. Se ha rebelado contra la democracia, dejando sin apenas opciones a mucha gente. Las víctimas de los desahucios tan solo renuncian a seguir el camino de las expulsiones con la cabeza gacha. Se erigen como sujetos activos que toman decisiones propias, que apuestan por una resistencia en las lindes de la acción política en defensa de sus derechos y de los nuestros. 

(...)

Los escraches sobre representantes del partido en el gobierno son un brusco recordatorio a la olvidada responsabilidad de quien gobierna. "Tú me has ignorado, pero estoy aquí". "Tus firmas burocráticas, tu gesto al apretar un botón, tienen consecuencias sobre personas como yo". Estas afirmaciones surgen contra la ceguera moral del gobernante, y son el último recurso ante la quiebra de la representación democrática.



Pero, ¿qué sentido tiene? ¿qué persigue en realidad?

(vía Guillermo Zapata)

Nada hay más organizado que un escrache. Nadie es más consciente de los límites que no se traspasan que las personas que participan, precisamente porque han adquirido un consenso de los que sí se van a traspasar. El límite que se traspasa es que “lo público y lo privado” no son esferas separadas, sino relacionadas. Por eso se va a la puerta de la casa. Por eso no se pasa de la puerta. Todos esos detalles simbólicos constituyen la legitimidad y la ética de una práctica. Compararla con cualquier desahucio revela lo evidente: en un desahucio el límite público-privado es precisamente lo que se violenta hasta el final y por la vía de la fuerza.

Pero hay algo mucho, muchísimo más importante en un escrache. Algo que ningún político ve porque solo son capaces de mirarse a sí mismos: Un escrache es una acción en el que las personas afectadas se organizan, se visibilizan y se sienten arropadas y acompañadas por otras personas. Los escraches son también la expresión de un afecto, de un grupo que se cuida y se acompaña. Son un mecanismo contra la individualidad. Es decir, son un mecanismo contra la desesperación. (...) Pero además lo es sostenido por un espacio político organizado. No son un grito, una persecución o una torta en medio de la calle fruto de la rabia. Al contrario, gobiernan la rabia y la convierten en potencia. Son una expresión (una más) de que el poder de los de abajo se construye en común y que los de arriba son un desgraciado accidente en el camino de ese poder, de esa fuerza colectiva. Los escraches son la catarsis de una angustia en el mejor sentido. Son mecanismos para que las personas desahuciadas no sean víctimas, sino sujetos.
Es decir, son democracia.


¿Cómo sortear el riesgo de que derive en violencia?

(encontrado en Madrilonia)

Los scraches generan momentos de tensión y esa tensión no se puede aparecer en nuestras acciones ni como pura visceralidad ni como mera quietud, tranquilidad o rabia contenida. Por ese motivo llamamos a reflexionar sobre una nueva fase de escraches. Pero ¿Cómo podemos hacer esto? Aquí es donde es crucial que cada escrache se prepare como si de una intervención teatral se tratase. Para los escraches debe haber guiones concretos, coreografías, mucho sentido del humor que evite la visceralidad y transmita el mensaje, que sea contundente y a la vez sea visual y comunicable.
 
Aquí entrarían un buen tablao flamenco a las puertas del Hotel Ritz para recibir a Mariano Rajoy, decenas de personas disfrazadas de feministas sufragistas persiguiendo a Tony Cantó, un ejército de peluqueros con tijeras (de plástico) tras Cristóbal Montoro o una chocolatada delante de la casa de cualquier fulanito. Todo ello permitiría -con humor- saltarse el enfrentamiento evidente para darle pleno protagonismo a lo que se quiere transmitir.

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