domingo, 30 de marzo de 2014

Borrad@s

Cada quince días íbamos con una maleta llena de cuentos para leer con l@s niñ@s en una zona de casas bajas, ya muy antiguas y en malas condiciones. Tú vivías en una de ellas, y nos recibías siempre con gran alegría, celebrando desde tus 8 años el regalo de una tarde en la que poder ejercitar tu lectura dificultosa pero digna y tus ganas de disfrutar de buenas historias. Cada encuentro nos dejaba con ganas de que se repitieran más a menudo, dos semanas eran mucho esperar para volver a sentarnos junt@s en la acera y navegar entre las páginas de los libros.

Pero la última vez no estabas allí. Ni tú, ni tu familia, ni tu casa. Ni siquiera el recuerdo de ésta. Allí donde antes las paredes se levantaban para conformar vuestro hogar, ahora no quedaba ni un ladrillo, ni un escombro, nada más que el hueco de vuestra ausencia. Como si nunca hubiéra habido nada allí, la tierra muerta se ofrecía desnuda, sin memoria.


Sabíamos que esto podía ocurrir cualquier día, ya que ocupábais una casa de las destinadas a desaparecer para dejar espacio a nuevos edificios más modernos. Algun@s vecin@s serán realojad@s en estos pisos. Vosotr@s no, porque vuestra presencia en la casa no tenía aval legal.

Así, es como si os hubiéseis evaporado. Preguntamos a l@s vecin@s que quedan por la zona, y nadie sabe decirnos por dónde andais ahora: "marcharon". Marchásteis. Eterno caminar en busca de un reposo que nunca llega. Ójala en vuestro próxima destino tengáis más suerte.

Pero no todo queda borrado. Es imposible olvidar esas pocas tardes compartidas, esa pasión que nos contagiabas por las letras y las historias que estas cuentan entre desfile y desfile. No todo se fue. Nos queda la memoria, por más que nos la quieran robar.

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