viernes, 16 de mayo de 2014

La Renta Básica nos lleva lejos

En estas últimas semanas hemos estado hablando con unos y otras sobre el tema de la Renta Básica, y sobre si es o no una solución frente a las realidades de pobreza. Y es que por fín este tema va saliendo de los círculos más cerrados en los que se mantenía para empezar a plantearse como una alternativa real y que es necesario plantearse. Por eso vamos a trabajar sobre ella en la próxima Universidad Popular.

Así que no es un tema que me pille de nuevas, la verdad. Pero de repente, el otro día, hablando con un vecino de Tetuán que ha vivido siempre en una situación de gran precariedad económica, me explicaba una de las claves fundamentales de este asunto de una manera que aparecía como nueva ante mis ojos.

Porque estamos acostumbrad@s a hablar de estas pagas o rentas como necesarias para permitir unas condiciones de vida dignas, en el sentido de satisfacer unas necesidades básicas. Es en ese sentido en el que otras personas atacan la propuesta, planteando que cada cual debe esforzarse por asegurar esas condiciones, sin que vengan otros a solucionarle la papeleta.

Y de repente, este vecino me empieza a hablar de lo importante que puede ser el tener un salario digno no ya para cubrir carencias, sino para liberar y permitir que cada persona pueda aportar lo mejor de sí mismo a la sociedad. Me explica cómo la seguridad de estos ingresos epodría permitir salir del encierro en el que las preocupaciones, la impotencia y la rabia atrapan a tantas y tantas personas que no tienen que ingeniárselas de mil y una maneras para conseguir salir adelante. Este encierro anula sus mejores capacidades. Por eso es necesario crear las condiciones para que nadie se quede atrapado en su cotidiano, en su esfuerzo a pie de tierra, liberando sus capacidades. De esta manera su experiencia y su reflexión, sus manos y sus habilidades, su oficio y su arte podrián unirse al de otras para construir en común una sociedad mejor para todos y todas.

Cuando se habla de que quienes reciben rentas de subsistencia son como "parásitos sociales", se olvida que es la propia sociedad la que trata de encerrarles en este rol. Porque ellos están deseando poder ir más allá del extender la mano para recibir, girándola para poder aportar, para poder contribuir a la sociedad. Pero para que esto sea posible es necesario crear las condiciones, materiales y anímicas, que permitan atreverse a este cambio de perspectiva. Hay que permitir sentir el suelo afirmado bajo tus pies, vislumbrar un horizonte de dignidad con un camino trazado hacia él, tener disponibles recursos y herramientas para afrontar los vaivenes del viaje. Es entonces cuando será posible atreverse a dar pasos hacia la construcción de una historia común, en positivo.

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