jueves, 31 de julio de 2014

Simplemente magia

Antonio Rubio lo ha vuelto a hacer. En equipo con Oscar Villán ha lanzado tres nuevos libros de esa colección de tesoros llamada "De la cuna a la luna". Unos libros sencillos, que en una primera lectura parece que aportan poco, que ahí acaban sin más, y que sin embargo consiguen una cierta curiosidad con su aire ingenuo, de juego, con su ritmo que poco a poco, con cada lectura, se va haciendo protagonista.

Así nos ocurrió con uno de estos tres nuevos libros, "Violín". Parecía uno de los más simples de la colección, pero tenia algo, y no sabíamos qué. El caso es que esta última semana mi hija de 4 años y una amiga suya de 6 decidieron robárselo a la más pequeña, que era para quién supuestamente iba dedicado el libro, y empezaron a pedirme que lo leyera una y otra vez, cada vez de manera más insistente. Y así, poco a poco, la lectura se fue transformando en canto, y éste se fue acompañando de un baile, y el libro se convirtió en una fiesta divertidisima que las niñas tenían ganas de compartir con todo aquel que pasara cerca.

¿Que suena exagerado? Puede que sí. La única manera de comprobar si es cierto es leyendo el libro, una vez, otra, otra, dejándose llevar por su inmenso recorrido oculto y viendo a ver si su ritmo conecta o no contigo.

Una joya, a mi parecer, a la altura de otras como "Luna" y "Pajarita de papel".



miércoles, 23 de julio de 2014

Vergonzoso... por decir algo

Me quedo de piedra al leer noticias como estas, que no queda más que copiar tal cual está publicada en Diagonal. Así andan las cosas...



El primer hotel de cinco estrellas en la capital de Haití ha sido financiado con dinero de la reconstrucción, un ejemplo de las oportunidades de negocio tras el terremoto. 

 

“Desde el primer momento que la Minustah puso un pie en tierra haitiana, sus tropas han violado de forma sistemática los derechos humanos”. Lo dice Monica Riet, uruguaya, que el pasado 6 de mayo se encontraba en Puerto Príncipe como militante de la Coordinadora latinoamericana por la retirada de las tropas de la Minustah, la misión de Na­cio­nes Unidas por la Estabi­liza­ción de Haití. “Es un genocidio silencioso que va más allá de la ocupación militar”, añadía indignada por la participación de tropas uruguayas en la operación militar de la ONU.

La epidemia de cólera iniciada en uno de sus cuarteles a finales de 2010, que se ha cobrado ya más de 8.500 víctimas mortales y más de 700.000 casos de contagio, junto con las numerosas denuncias de agresiones sexuales, la militarización de los barrios populares o su participación en numerosos actos de represión sobre la sociedad civil, se cuentan entre los muchos motivos del rechazo mayoritario a la presencia de estas tropas extranjeras en el país.

Desde las elecciones de 2000, en las que Jean-Bertrand Aristide volvió a la presidencia tras unos comicios contestados por igual por la sociedad civil haitiana y por la comunidad internacional, Haití había vivido numerosas movilizaciones contra el Go­bierno, que derivaron en una fuerte escalada de violencia entre 2003 y 2004. Entre otros, grupos paramilitares financiados desde EE UU avivaron el conflicto hasta la intervención internacional. En febrero de 2004, el presidente Aristide volvía a dejar el país, de forma involuntaria, en un avión estadounidense. Tropas de EE UU, Canadá, Francia y Chile llegaban al país al día siguiente, precediendo el despliegue de la Minustah pocos meses más tarde. Una década después, la Minustah sigue en Haití, con tropas y policías de 50 países, principalmente latinoamericanos y asiáticos, bajo el liderazgo de Brasil.

La presencia de tropas extranjeras en Haití es tan sólo una de las múltiples injerencias políticas y económicas que ha sufrido el país en los dos últimos siglos. La devastación que provocó el terremoto de enero de 2010 no se puede entender sin esas injerencias. Beverly Bell, militante pro derechos humanos de Nueva Orleans, lo describe sin rodeos: “La astronómica destrucción en Haití puede ser rastreada hasta la violencia estructural, las políticas y sistemas que reflejan el colonialismo, imperialismo, racismo y patriarcado, y que se sienten de forma áspera y marcada en las vidas de los más pobres”. Polí­ticas que han continuado después del seísmo, ejemplificando nítidamente lo que Naomi Klein llamó “capitalismo del desastre”.

miércoles, 16 de julio de 2014

Aquí sigues...

... llenado nuestros días con sonrisas,
celebrando la vida a cada paso,
refugiada en el cariño si hace viento,
confiada en el salto, ojos cerrados.

El mundo se descubre, paso a paso,
lentamente, 
mientras tú lo abrazas con las manos.

La vida desenrrolla sus pasiones,
te lanza invitaciones que recoges
con tu risa y tus cantares fuertes, sanos.

Y yo me siento a verte, aún si cansado,
abriendo mis oídos a tu voz
prestándote mis manos para el juego,
dejándome llevar por tu pasión.

Cuatro años ya.
Cuatro años todavía. 

domingo, 6 de julio de 2014

Una vez fuera, no hay vuelta atrás

Un nuevo texto-joya de Belén Gopegui aparecido en Diagonal:

 
Dictadura, transición, de entrada no, recortes, penurias, luchas, 15M, samba de mi esperanza ahora por unas elecciones donde los votos cambian de bando. Todo tiene grieta, dice la canción, así es como entra la luz. Y ella va haciendo crack en medio de una mezcla de materiales, conflictos, carencias, y oye decir que así es también como entra la sombra. En todo, o en casi todo, puede haber una palabra dicha a destiempo, una discusión que no debió tenerse, un procedimiento mal llevado, gentes que no cumplieron su tarea y en cambio acapararon lo que no era suyo. En todo hay rozamiento, fricción, pero la inercia tiende a convertirlos en pretexto perfecto para regresar, para no intentar, para mirar desde lejos y agazaparse allí donde la política es una tarea lejana, dulce cuando se critica, punzante cuando se sufren sus consecuencias.
Rimbaud, que execraba la miseria, temía al invierno porque era la estación del confort, la de quedarse en casa cuando hay casa y cuando no, sufrir la lluvia, el frío. Execra ahora la inercia y su cara opuesta, la ilusión vana de quien espera y, sin hacer, escribe nombres en el vaho del cristal. Entre las dos vive cuanto se está construyendo: movimientos, organizaciones, espacios comunes ganados al patio particular, luchas que no cesan. Dicen los portavoces de la inercia que al final será como siempre y no habrá apenas cambios, la clase dominante perderá unos votos, reestructurará unas cuantas relaciones de fuerzas, hará algún ademán que vuelva preferible la miseria al desorden, su perpetuación al miedo. Empujan los portavoces hasta ese punto en donde la modificación no se produce, preparan el arrepentimiento por lo que no se intentó. Al otro lado, los expertos en ilusión vana dicen que bastarán los votos y los cargos, que no habrá resistencia y que las leyes hacen la realidad. Sin hacer caso a ninguno, vive su tranquila determinación de no volver.
No volverá a casa como quien abandona, seguirá afuera, en organizaciones con meses o siglos de lucha, en frentes pequeños y distintos o en uno solo y general. Cuando llegue el momento, se trenzarán las redes, se habitarán las instituciones y quizá lleve tiempo. Pero entre tanto no volverá al confort de lo ya sabido ni entrará de nuevo en aquel envase donde la guardaron para mejor mirarla. Pues los envases cerrados no se unen, no se abrazan y nunca se desbordan.

jueves, 3 de julio de 2014

Feminismo y comunidad

Desde Bolivia andan construyendo una trayectoria feminista que aporta nuevos matices y encarnaciones a partir de la realidad indígena, el Feminismo Comunitario. Suena interesante, no hay más que leer esta introducción a lo que es, o esta entrevista a algunas de sus militantes...

"El Feminismo Comunitario se apoya en la interacción con las comunidades y se opone, en consecuencia, a la autoridad de una élite tecnócrata o de vanguardia responsable de proponer y gestionar las ideas. Su meta es descolonizar el feminismo, convertirlo en un instrumento de pensamiento y acción integrado en las culturas, reconociendo a la vez su carácter histórico al vincular su propia desaparición a la derrota definitiva del patriarcado. Sostiene, por otra parte, que el feminismo tradicional en América Latina al insistir en la equidad de género y en el reconocimiento de los derechos individuales de las mujeres, ha dejado a un lado la importancia de los derechos colectivos ignorados asimismo por la sociedad patriarcal. Propone, además, recuperar el sentido original de nociones que pertenecen a la vida tradicional andina, tergiversadas por siglos de dominación del patriarcado, no sólo colonial sino también indigenista. Desde el feminismo comunitario, por ejemplo, se considera que el concepto de pareja heterosexual complementaria (chacha/warmi-hombre/mujer) ha sustituido a la noción originaria de par complementario, un principio básico de la cosmovisión aymara que permitiría ampliar efectivamente la representación social, política y simbólica de una comunidad. 

Su utopía como movimiento feminista es, en efecto, construir una propuesta de sociedad cuya organización gire alrededor de la comunidad (la común-unidad) integrada por hombres y mujeres, sus fuerzas, sabidurías y capacidades respectivas, superando el individualismo y capaz de trascender el Estado"