jueves, 27 de noviembre de 2014

Un carril, dos carriles, tres carriles...

La verdad es que me ha sorprendido el cambio que ha pegado Madrid este otoño visto encima de la bicicleta. De repente muchas de las calles se han transformado en "ciclo-calles", espacios prioritarios, aunque no exclusivos, para la circulación de bicicletas. Desde hace tiempo la demanda de carriles bici en la ciudad ha sido una de las grandes ignoradas (bueno, entre tantas otras, cierto es), sobre todo al ir frustrándose los sueños olímpicos que decían iban a transformar la ciudad. Así que cuando empecé a ver las calzadas con el símbolo de la bicicleta y la limitación a 30 km/h, lo primero que me vino a la cabeza fue "otra chapuza más de este Ayuntamiento nuestro, con esto se darán por satisfechos diciendo que han apoyado la circulación de bicicletas en Madrid". Sin embargo, a medida que iba circulando por estas vías, que en realidad son las que utilizado siempre aunque antes no estuvieran pintadas, cada vez me gustaba más la idea. Al estar señalizado como espacio prioritario para bicicletas, legitimaba de alguna manera mi presencia y la de tant@s otr@s en medio del mar de coches, sirviendo como aviso aquell@s navegantes motorizad@s que te miran como si fueras un estorbo en esa loca carrera por llegar a quién sabe donde en medio de la ciudad cerrada.

Frente a la demanda de segregación y de espacios delimitados para cada tipo de vehículo, la integración de la bicicleta en el tráfico rodado (que es lo que es, aunque vaya sin motor) supone hacer existir esas otras maneras de moverse en la ciudad, obligando a respetarlas y aprender a manejarse entre diferentes. No es una idea loca, de hecho hay muchos que la defienden frente al modelo del carril-bici. En el fondo, las vías segregadas refuerzan esta imagen de ciclista-estorbo que entorpece el tráfico y al que hay que quitar de en medio.

Pero en nuestra sociedad nos cuesta mucho entrar en esta dinámica de compartir espacios aprendiendo a respetarnos en ellos. Se lleva más lo de separarnos según características, bajo la excusa de que cada cual pueda ir a la velocidad o con lo medios que tenga a su alcance. Sobre todo, que l@s más lent@s no entorpezcan a quienes quieren ir volados, persiguiendo quién sabe qué en medio de un horizonte cerrado. Así nos segregamos en barrios, escuelas, trabajos y ocios, viviendo en la ilusión de que eso es respetuoso con tod@s. Pero no somos conscientes de que estos espacios no son iguales, sino que unos están al servicio de otros. Así, los barrios empobrecidos invisibilizan y atrapan a quienes viven en ellos para que no molesten en las zonas más privilegiadas, igual que los carriles bici quitan de en medio a los ciclistas liberando la calzada para que quiénes sienten necesidad de correr puedan hacerlo sin preocuparse de es@s a l@s que ya no ven, y por tanto no existen.

Así que gracias, Ayuntamiento de Madrid. Por una vez, aplaudo y agradezco vuestra iniciativa. Aunque me da a mí que las razones vuestras no son las aquí expuestas...

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