Hoy que andamos tod@s mirando a Grecia a ver qué pasa, si finalmente es posible escribir una página de la historia europea a mano alzada, expectantes también por saber qué es lo que eso significa, un nuevo vistazo al camino recorrido emprendido hace 20 años por los zapatistas vuelve a ser muy ilustrador, como recoge en su artículo Angel Luis Lara en Diagonal del que recojo los párrafos finales:
"El sociólogo Aníbal Quijano asocia el ‘bien vivir’ a un complejo de
prácticas sociales empeñadas en la producción y reproducción de una vida
colectiva realmente democrática, a partir de un nuevo modo de
existencia social radicalmente alternativo a la hegemonía mundial del
patrón de poder ligado al desarrollo del capitalismo y del proyecto
colonial europeo desde finales del siglo XV. En esta óptica histórica de
largo alcance, lo impactante de los logros del proyecto zapatista se
mide en el contraste entre sus escasos 21 años de existencia y los
largos 523 años que llevan en resistencia los pueblos indígenas de
América Latina. Allí donde antes había abandono, explotación,
malnutrición y muerte por enfermedades curables, el autogobierno
zapatista ha fundado escuelas, hospitales, leyes, administraciones
locales, sistemas productivos, economías, sexualidades, instituciones de
nuevo tipo... Y, sobre todo, ha fundado modos de vida
autónomos, igualdad desde las diferencias y relaciones sociales ajenas a
la forma mercancía.
“El zapatismo es una revoltura de todo hacia cosas nuevas y lo nuevo
no es fácil, pues, porque no se conoce cómo es. Ahí es donde hay que
inventar, entre todos y con la participación de todos”, me decía hace
unos años Abel, un campesino tojolabal base de apoyo zapatista. El
subcomandante Moisés ha apuntado este mes de enero que “no hay un manual. No hay un dogma. No hay un credo”. Para
añadir que “no hay un solo camino, no hay un paso único. (…) Son
diversos los tiempos y los lugares y muchos los colores que brillan
abajo y a la izquierda en la tierra que duele. Pero el destino es el
mismo: la libertad”. O como una vez me dijo Abel, “hace tiempo que los
zapatistas y las zapatistas aprendimos que resistir no es sólo aguantar,
sino que sobre todo es construir lo otro”."
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