domingo, 25 de enero de 2015

Resistir es construir lo otro

Hoy que andamos tod@s mirando a Grecia a ver qué pasa, si finalmente es posible escribir una página de la historia europea a mano alzada, expectantes también por saber qué es lo que eso significa, un nuevo vistazo al camino recorrido emprendido hace 20 años por los zapatistas vuelve a ser muy ilustrador, como recoge en su artículo Angel Luis Lara en Diagonal del que recojo los párrafos finales:

"El sociólogo Aníbal Quijano asocia el ‘bien vivir’ a un complejo de prácticas sociales empeñadas en la producción y reproducción de una vida colectiva realmente democrática, a partir de un nuevo modo de existencia social radicalmente alternativo a la hegemonía mundial del patrón de poder ligado al desarrollo del capitalismo y del proyecto colonial europeo desde finales del siglo XV. En esta óptica histórica de largo alcance, lo impactante de los logros del proyecto zapatista se mide en el contraste entre sus escasos 21 años de existencia y los largos 523 años que llevan en resistencia los pueblos indígenas de América Latina. Allí donde antes había abandono, explotación, malnutrición y muerte por enfermedades curables, el autogobierno zapatista ha fundado escuelas, hospitales, leyes, administraciones locales, sistemas productivos, economías, sexualidades, instituciones de nuevo tipo... Y, sobre todo, ha fundado modos de vida autónomos, igualdad desde las diferencias y relaciones sociales ajenas a la forma mercancía.

“El zapatismo es una revoltura de todo hacia cosas nuevas y lo nuevo no es fácil, pues, porque no se conoce cómo es. Ahí es donde hay que inventar, entre todos y con la participación de todos”, me decía hace unos años Abel, un campesino tojolabal base de apoyo zapatista. El subcomandante Moisés ha apuntado este mes de enero que “no hay un manual. No hay un dogma. No hay un credo”. Para añadir que “no hay un solo camino, no hay un paso único. (…) Son diversos los tiempos y los lugares y muchos los colores que brillan abajo y a la izquierda en la tierra que duele. Pero el destino es el mismo: la libertad”. O como una vez me dijo Abel, “hace tiempo que los zapatistas y las zapatistas aprendimos que resistir no es sólo aguantar, sino que sobre todo es construir lo otro”."

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