sábado, 2 de abril de 2016

Sin palabras

Recién descubro en Carne Cruda a James Rodhes, y no puedo parar de escucharle a todas horas. Impresionante. Su historia impacta. Su búsqueda de la belleza y sus ansias por compartirla, aún más. No dejéis de asomaros a descubrirle...



"Alguna gente amará el Segundo concierto de Rachmaninov, otra gente lo odiará y preferirá a Bach. No tengo ningún problema con la gente que afirma odiar la música clásica. Lo tengo con la gente que afirma eso, pero que no la ha escuchado. Que lo dice solo por prejuicio, porque cree que pertenece a otro tipo de personas en otro lugar. La música clásica se ha polarizado, hoy en día. Se disculpa por su propia existencia continuamente. Así que las dos únicas opciones a tu alcance van a ser: 1) Alguien en frac, pajarita blanca, una concepción sagrada e intocable del concepto, entradas carísimas, nada de ruido, nada de aplaudir si no toca, o b) Alguien en bikini, con una batería, y máquina de hielo seco, y los Cincuenta mejores clásicos del chill out. Creo que la música clásica tiene que realizar un salto a un punto medio de todo esto. La música es solo música. Una recopilación en Spotify es una introducción perfectamente adecuada al tema. No tiene que ser música inaccesible ni tampoco banalizada. De Bach a Rachmaninov, y todo lo que va en medio. Mucha gente, estoy seguro, desearía saber más de música clásica, pero es difícil saber por dónde empezar. Pongamos que quieres escuchar la Quinta sinfonía de Beethoven. Ta-ta-ta-taaaa. Esa todo el mundo la conoce. Vamos a iTunes y existen trescientas grabaciones del mismo tema. Con portadas horribles. Si eso no es suficiente barrera, luego te topas con: ¿Movimiento?, ¿qué coño es un movimiento?, ¿allegro, scherzo, adagio…? ¿Hay tres, hay cuatro? Así que te acabas comprando los Cincuenta mejores clásicos del chill out. Todo eso es innecesario. La música no necesita cambiar, solo la forma en que se presenta, para que sea aceptable." 




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