viernes, 3 de marzo de 2017

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Me dijiste "sigue tu camino".
Tus ojos clavados en los míos, 
bañados en recuerdos
de besos, caricias y juegos,
risas a miles,
cientos de sueños. 

"Sigue tu camino, no mires atrás"
Ante mi impotencia y desconcierto
fuiste tú quien dio el primer paso en la distancia.
Tus ojos aún clavados, 
pero ahora empujando,
sin querer atrapar,
atravesando hacia el horizonte a mis espaldas.

"Sigue tu camino"
seguí escuchando cuando me di la vuelta,
mirando el mar abierto 
frente a mí, 
inmenso, 
vivo,
eterno.

Y me lancé a navegar...
Comencé así ese viaje
del que tanto me habías hablado
entre brumas de angustias y sueños,
en busca de tesoros,
sin huir de tempestades.

"Sigue tu camino", me dijiste
diciéndome adiós entre mudas lágrimas,
las mismas que al poco tiempo 
me inundaron el rostro 
cuando me volví a buscarte 
y ya no estabas.

"Sigue tu camino" 
volví a escuchar a mi vera
 y vuelvo a escuchar 
cuando paro contemplando el oleaje
y me dejo a la deriva.

Pero al silencio de la noche,
acurrucado bajo las estrellas
que mecen los cantos 
de las pequeñas sirenas 
que me acompañan, 
de repente me asalta la duda
de si no habré estado siempre engañado.
Porque en este caminar navegante
y también las canciones
con las que me engarzaste
en la memoria común de la tierra.

Quizás no llegué a entenderte bien.
Quizás mi angustia no me permitió escucharte hasta ahora,
mientras recuerdo tus ojos llenos de vida y pasión,
tan clara: "Sigamos en camino".

En común.
Como siempre fue.
Como siempre será. 

"Sigamos en camino"


 

 
 

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